Un respeto, por favor

Salva Jaime Gallardo
Director de Santana Golf

Hace ya casi 15 meses desde la llegada del maldito bicho de la COVID-19, y parece que fue ayer. Durante esta larga y tortuosa travesía, nuestra sociedad ha vivido momentos jamás imaginados, salvo que recurramos al recuerdo de una de nuestras peores pesadillas o alguna que otra película de ciencia ficción. Pero no, ni pesadilla ni peli, realidad pura y dura.

Particularmente, el sector del golf ha vivido muchos meses de esta larga oscuridad de una manera más dolorosa si cabe, ya que si duro ha sido tener que plegar velas y promocionar a los cuatro vientos el «Cerrado por Covid», más aún lo ha sido mantener obligatoriamente un retén de trabajadores para realizar las tareas de mantenimiento del campo de golf,  además de las instalaciones y demás labores administrativas. El césped es un ser vivo y no entiende de pandemias ni de crisis económicas; te pide pan y hay que dárselo. Para que lo entendamos mejor sirva el ejemplo de la mamá y el papá que llegan a casa preocupadísimos, tras perder sus empleos y los críos, después de abalanzarse sobre ellos y darle besos y abrazos le sueltan que tienen hambre y no hay nada en la nevera. Ah, y para sus cumples, la peque quiere una bici y el pequeño la Play. Pues eso.

«…Es el momento de poner en valor la importancia de los campos de golf en la economía productiva…»

Salva Jaime

Por ello creo que este es un momento especialmente idóneo para ponernos serios y poner en valor la importancia de los campos de golf en la economía productiva de nuestra región, y especialmente, en la Costa del Sol.

Un campo de golf es un aliciente del destino que atrae turistas. Es decir, no somos un medio sino el fin; la motivación que mueve a unas personas a viajar a un destino por una idiosincrasia particular.
Recurriendo de nuevo a los ejemplos, en la Costa del Sol podemos presumir de tener nuestro particular Coliseo Romano, que es Valderrama, y todos los demás somos teatros romanos: unos de una época y otros de otra; más grandes, más pequeños; unos mejor y otros peor conservados. Pero atractivos turísticos al fin y al cabo que generan visitas y por lo tanto, riqueza. De ello se benefician las líneas aéreas, los tour operadores y agencias especializadas en golf, los establecimientos hoteleros, las empresas de alquiler de vehículos, los restaurantes… y así hasta un larguísimo etcétera.

Personalmente, todavía no alcanzo a comprender cómo la sociedad no entiende la importancia que supone para nuestra comunidad disponer de un atractivo turístico como éste. ¿Hay quién todavía no entienda su importancia? ¿Tenemos que seguir soportando la indiferencia de unos y otros? ¿Y hasta cuándo vamos a seguir soportando esta situación?

La clase política y la opinión pública tienen que saber de la relevancia de esta actividad económica, que está hastiada de recibir puntapié tras puntapié. Aunque no salgamos en los telediarios lamentándonos de nuestras miserias, le pese a quien le pese,  hemos sido los abanderados de la industria del turismo durante estos quince larguísimos meses y vamos a ser los que lideremos la recuperación del sector turístico.

Así que, un respeto, por favor.

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